«Algunos lo llaman venganza, otros lo llaman patriotismo. Pero para Serhiy Denysenko, son 25 años tras las rejas por un asesinato que ha dejado a dos naciones en shock.» El tribunal regional de Krasnodar, en el suroeste de Rusia, acaba de imponer una asombrosa sentencia de 25 años al ciudadano ucraniano-ruso Serhiy Denysenko por asesinar a Stanislav Rzhitsky, un excomandante de submarino ruso vinculado al brutal bombardeo de Ucrania.
Denysenko, arrestado el 11 de julio de 2023, se enfrentó al tribunal con una resolución estoica mientras lo acusaban de asesinato, alta traición y posesión ilegal de un arma de fuego. ¿Su arma de elección? Una pistola con silenciador. ¿El método? Frío y calculado, según los fiscales rusos. Aseguran que Denysenko acechó a su presa durante una carrera matutina en Krasnodar, disparando silenciosamente cuatro tiros fatales que mataron al excomandante de 42 años en el acto. Las autoridades rusas han ordenado a Denysenko pagar al padre de Rzhitsky 5 millones de rublos (alrededor de $51,350) como compensación, una suma insignificante por una vida arrebatada pero un precio significativo en este mortal juego de ajedrez internacional.
Rzhitsky no era solo un exmilitar cualquiera. Una vez fue el comandante del submarino de Krasnodar, una embarcación que supuestamente estaba armada con misiles de crucero Kalibr que atacaron la ciudad de Vinnytsia en Ucrania en 2022, causando estragos en los civiles. El submarino, un coloso diésel-eléctrico de la Flota del Mar Negro, estaba diseñado para destruir tanto barcos como submarinos y realizar reconocimiento. Después de alejarse del combate activo, Rzhitsky asumió un papel más tranquilo como subdirector del departamento de movilización en Krasnodar, pero su pasado lo alcanzó en un instante de violencia que ha sacudido la región.
No pasó mucho tiempo antes de que las teorías de conspiración y las acusaciones comenzaran a acumularse. Rusia afirma que el asesinato fue ideado por el Servicio de Seguridad de Ucrania, una acusación contundente que vincula directamente a Kyiv con el asesinato. Sin embargo, Kyrylo Budanov, jefe de la Inteligencia Militar de Ucrania, ha refutado esta afirmación, sugiriendo que los sentimientos anti-guerra entre los militares rusos podrían haber incitado el asesinato. Y hay un giro en la historia: el nombre de Rzhitsky aparece, según informes, en un controvertido sitio web ucraniano que cataloga a supuestos criminales de guerra rusos, añadiendo un tono oscuro a sus actividades pasadas y avivando las llamas de una guerra ideológica mucho más grande.
Las preguntas persisten, mientras Rusia y Ucrania continúan lidiando con este caso explosivo. ¿Qué llevó a Denysenko a cometer asesinato? ¿Es un patriota actuando por dolor y furia, o un peón en un juego mortal más grande entre dos naciones atrapadas en un conflicto implacable? Lo que está claro es que la sentencia de Denysenko marca un nuevo capítulo en la creciente tensión y derramamiento de sangre entre los dos países—una saga donde la línea entre justicia y venganza se vuelve cada vez más borrosa.
Las fuentes de este artículo incluyen: El Tribunal Regional de Krasnodar, declaraciones de funcionarios rusos y ucranianos.