La última misión de la NASA ha tomado un giro dramático, ya que su sistema de vela solar compuesta avanzada (ACS3) de $20 millones está atravesando el espacio de manera incontrolable. La nave espacial de vanguardia, equipada con velas reflectantes diseñadas para probar la propulsión solar, experimentó un fallo crítico, dejándola dando vueltas fuera de control.
El problema comenzó cuando una viga estructural, conocida como «boom», se dobló durante el despliegue de las velas, desviando la nave espacial de su curso. Los ingenieros inicialmente apagaron el sistema de control de actitud de la nave espacial—que gestiona su orientación—para abordar este problema, pero ahora está girando impotente mientras la NASA se apresura a resolver la crisis.
La misión, lanzada en abril desde Nueva Zelanda, tenía la intención de revolucionar los viajes espaciales utilizando velas solares impulsadas por la luz solar, imitando la forma en que el viento impulsa un velero. Si tiene éxito, podría reducir drásticamente los costos de las misiones a espacio profundo al disminuir la necesidad de combustible tradicional.
Por ahora, el equipo de la NASA está compitiendo contra el tiempo para reposicionar la nave espacial del tamaño de un microondas y arreglar las velas. El objetivo es orientar las velas hacia el sol para recuperar la estabilidad y restablecer la comunicación con la Tierra. Una vez que los ingenieros recuperen el control, esperan reanudar las pruebas de las maniobras de la nave espacial.
Este contratiempo es un gran obstáculo para la NASA, que está ansiosa por demostrar que la propulsión solar podría ser el futuro de la exploración del espacio profundo. Mientras el equipo trabaja para controlar la nave, la misión está en la cuerda floja—otro giro en la incansable búsqueda de la humanidad por conquistar el cosmos.