A medida que el auge económico de China se desvanece, el tono del presidente Xi Jinping oscila cada vez más entre conversaciones de paz y advertencias de guerra. Aunque Xi ha mostrado interés en la diplomacia, especialmente con EE. UU., su retórica está impregnada de llamados a la fuerza militar y la defensa nacional. Los expertos sugieren que, con la desaceleración de la economía china, el Partido Comunista Chino se está enfocando en la estabilidad interna, utilizando la fuerza militar como una herramienta para fortalecer el orgullo nacionalista y proyectar poder.
La «estrategia dual» de Xi plantea un dilema para EE. UU. Mientras Washington espera desescalar las tensiones en el Indo-Pacífico, el enfoque simultáneo de paz y poder de Xi señala a una China que se prepara para la confrontación si la diplomacia falla. Con las relaciones entre EE. UU. y China tambaleándose por Taiwán, las reclamaciones en el Mar de China Meridional y las tensiones económicas, el enfoque de Xi mantiene a Occidente en alerta máxima, cauteloso ante cualquier cambio que pueda romper el equilibrio.
El giro de China de la potencia económica a la preparación militar es una respuesta a sus desafíos económicos internos y señala una creciente dependencia del nacionalismo. Para EE. UU., la retórica dual de Xi exige una estrategia calibrada, una que reconozca la importancia del diálogo sin pasar por alto las crecientes capacidades militares que China está lista para desplegar si es empujada. A medida que las intenciones de Xi se vuelven claras, los líderes globales se enfrentan ahora a una pregunta urgente: ¿cómo equilibrar la diplomacia con un país que habla de paz pero mantiene su mirada firmemente centrada en el poder?