Freddie Freeman está redefiniendo lo que significa ser un guerrero del béisbol. El tipo es básicamente el Iron Man de la MLB, y no estoy hablando del tipo de Tony Stark—ya sabes, el que tiene el traje que puede soportar todos los golpes. No, el traje de Freeman es su cuerpo, y apenas se mantiene unido, ¡pero aquí está, todavía haciendo magia en el campo! Después de un horrible esguince de tobillo que habría dejado en el banquillo a la mayoría de los jugadores durante seis semanas, Freeman está aquí pegando jonrones como si nada hubiera pasado. Pero espera, ¡eso ni siquiera es lo peor!
Freeman ha tenido un año difícil fuera del campo también. Su hijo de tres años, Maximus, fue diagnosticado con el síndrome de Guillain-Barré y enfrentó parálisis temporal. Imagina lidiar con ese tipo de desgarro y aún así presentarte para dar jonrones. Freeman tomó un breve descanso por su familia, pero volvió casi de inmediato porque eso es solo quien es él—un tipo que nunca se detiene.
Aquí está el detalle—la rutina previa al juego de Freddie es una locura. Cuatro horas de preparación agotadora solo para poder jugar. Él está ahí cojeando, y aun así, nadie cuestiona su dedicación. Su compañero de equipo Gavin Lux no podría haberlo dicho mejor: “¡Tiene huesos rotos por todas partes, y está ahí robando bases!” Ese es un compromiso de otro nivel.
Incluso el manager de los Dodgers, Dave Roberts, está asombrado. Freeman no es solo un jugador; es el corazón del equipo. Ya sea un dedo roto o ese esguince de tobillo implacable, nada puede mantenerlo alejado del juego. Está empujando su cuerpo al límite absoluto, y sus compañeros están justo detrás de él. Entonces, ¿es Freddie Freeman un héroe por sacrificarlo todo por los sueños de la Serie Mundial de su equipo, o está arriesgando demasiado? De cualquier manera, no podemos evitar admirar su determinación.
¿Qué piensas—¿puede Freeman mantener esto, o se está pasando de la raya por el juego que ama? ¡Deja tus pensamientos en los comentarios!