Michelle Wie West fue la prodigio original del golf femenino—una estrella récord desde los 10 años, destinada a redefinir el Tour de la LPGA. Desde convertirse en la clasificadora más joven para un campeonato amateur de la USGA hasta competir contra profesionales experimentados a los 12, Wie fue aclamada como la «siguiente Tiger Woods». Pero en algún momento del camino, el enorme peso de las expectativas y una agotadora rutina de entrenamiento cambiaron el rumbo de su carrera.
Todo comenzó a desmoronarse en 2007. Con solo 19 años, Wie entró al U.S. Women’s Open con una lesión en la muñeca, pero siguió adelante—solo para retirarse después de una difícil primera ronda de 11 sobre par. Ese momento marcó un punto de inflexión. Lo que siguió fue una serie de lesiones, cortes fallidos y luchas por recuperar la promesa que alguna vez pareció tan cierta.
Reflexionando sobre las presiones y decisiones que definieron su carrera, Wie recientemente se abrió en el podcast On the Road with Iona sobre su implacable rutina de entrenamiento que priorizaba la cantidad sobre la calidad, inspirada por la legendaria intensidad de Tiger Woods. Wie admitió que se dejó llevar por la creencia de la vieja escuela de golpear bolas “hasta que tus manos sangren”, una mentalidad de la que ahora se arrepiente. «En aquellos días,» compartió, «antes de tener toda la ciencia y la tecnología, era cantidad sobre calidad.»
Wie describió el intenso ambiente, diciendo: «Escuchas la mentalidad de Tiger Woods de correr en una cinta de correr con un chaleco con peso y las historias de manos sangrantes.” Para Wie, el enfoque de Woods se convirtió en un modelo—uno que eventualmente llevó a su cuerpo a su punto de quiebre. «Ojalá no hubiera hecho eso,» dijo, reconociendo que este régimen implacable puede haber acortado su carrera.
Ahora, Wie reconoce los beneficios de la ciencia deportiva moderna y lamenta no haber tenido esos recursos. “Creo que habría tenido una carrera más larga si me hubiera enfocado en mantener un cuerpo más saludable”, admitió, reflexionando sobre el riguroso entrenamiento que, en última instancia, hizo más daño que bien.
Los jugadores de hoy se benefician de técnicas de entrenamiento avanzadas y rutinas personalizadas, pero Wie tuvo que aprender de la manera difícil—una prodigio que alcanzó alturas increíbles y cayó de manera igualmente espectacular. Reflexionando sobre su pasado con un sentido de lo que podría haber sido, la historia de Michelle Wie West sigue siendo una advertencia sobre cómo las altas expectativas y un régimen implacable pueden descarrilar incluso las carreras más prometedoras.