En una declaración que podría señalar un giro para las dos economías más grandes del mundo, el presidente chino Xi Jinping extendió una mano de asociación a Estados Unidos, expresando un deseo de amistad, no de rivalidad. “China está dispuesto a ser un socio y amigo de Estados Unidos”, dijo Xi en un mensaje al Comité Nacional de Relaciones Estados Unidos-China. Enfatizó que una asociación exitosa entre EE. UU. y China beneficiaría no solo a ambos países, sino también al mundo en general—un punto que parece reconocer la compleja red de interdependencia global y los intereses involucrados en su relación.
El mensaje de Xi llegó en un momento de notable tensión. Los dos países han chocado sobre una variedad de temas, desde la seguridad nacional hasta el comercio tecnológico, y desde las tensiones en el Mar de China Meridional hasta las actividades militares alrededor de Taiwán. La relación también ha visto conflictos económicos específicos recientemente, con disputas comerciales sobre regulaciones de vehículos eléctricos y restricciones avanzadas de semiconductores que han elevado aún más las tensiones bilaterales.
A pesar de estos desafíos en curso, los comentarios de Xi adoptaron un tono de optimismo, enmarcando las relaciones entre China y EE. UU. como una de las “relaciones bilaterales más importantes del mundo”, crucial no solo para los dos países, sino para el «futuro y destino de la humanidad.» Según Xi, la cooperación entre las dos potencias debería verse como una “oportunidad” para que ambas prosperen, no como una amenaza.
Subrayando el enfoque de China hacia la política exterior, Xi declaró que Beijing ha abordado consistentemente las relaciones con EE. UU. con un énfasis en el “respeto mutuo, la coexistencia pacífica y la cooperación ganar-ganar.” Reiteró que los éxitos de China y EE. UU. no necesitan venir a expensas del otro, un guiño a un mundo interdependiente donde el progreso de uno puede, de hecho, elevar al otro.
A medida que China se acerca, todas las miradas están puestas en EE. UU. para ver cómo responderá a esta posible apertura. ¿Acogerá Washington la oportunidad de cooperación, o continuará por un camino marcado por la competencia y la sospecha mutua? Las palabras de Xi implican un posible reinicio—pero solo si ambas partes están dispuestas a reconocerse no como adversarios, sino como aliados valiosos en un paisaje global incierto.