En una audaz demostración de cooperación militar, los bombarderos sigilosos B-2 de EE. UU. atacaron búnkeres de armas hutíes en Yemen a principios de esta semana, con la ayuda de bases aéreas australianas. Los ataques se dirigieron a sitios de almacenamiento subterráneo utilizados por las fuerzas hutíes respaldadas por Irán, un poderoso mensaje dirigido no solo a los hutíes, sino también a su principal patrocinador: Irán. Aunque el Departamento de Defensa australiano no ha confirmado si los bombarderos B-2 despegaron de su territorio, sí confirmaron haber proporcionado «acceso y sobrevuelo» para las aeronaves estadounidenses desde bases en el norte de Australia.
Esto refleja una creciente alianza estratégica entre EE. UU. y Australia, ya que este último ha estado mejorando las bases aéreas, como la Base RAAF Tindal, para acomodar mejor a los bombarderos estadounidenses. Aunque no está claro si los bombarderos sigilosos despegaron del suelo australiano, se ha confirmado que los aviones cisterna de reabastecimiento de EE. UU. operan desde bases australianas. La cooperación señala el compromiso de Australia de apoyar los esfuerzos de EE. UU. para mantener la seguridad en el Mar Rojo y interrumpir las capacidades hutíes que amenazan la navegación global.
Los ataques no solo muestran el creciente papel de Australia en las operaciones militares de EE. UU., sino que también subrayan la creciente integración de las fuerzas de ambos países bajo iniciativas como AUKUS, destinadas a contrarrestar amenazas regionales, particularmente de China. Con más despliegues de bombarderos estadounidenses esperados en Australia, esta asociación está claramente en ascenso.