En una escalada escalofriante, el presidente ruso Vladimir Putin ha prometido una respuesta feroz si Ucrania despliega misiles de largo alcance en territorio ruso, un movimiento que él afirma significaría una guerra liderada por la OTAN contra Rusia. En su último discurso en la televisión estatal, Putin advirtió que cualquier uso de misiles estadounidenses, británicos o franceses por parte de Ucrania para atacar dentro de Rusia cruzaría una línea peligrosa, insinuando una “gama de respuestas” que sus líderes militares están planificando activamente.
Las amenazas de Putin llegan mientras los aliados occidentales deliberan sobre el levantamiento de restricciones a sistemas de misiles como los ATACMS fabricados en EE. UU. y el Storm Shadow británico, que Ucrania argumenta son cruciales para defenderse de los asaltos implacables de Rusia. El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky ha instado repetidamente a EE. UU. y al Reino Unido a permitir que Kiev despliegue estos misiles libremente, especialmente para atacar objetivos rusos más profundos, incluidos bases aéreas y depósitos de municiones. El contra-mensaje de Putin es claro: si la OTAN autoriza ataques de largo alcance, enfrentará graves consecuencias.
El momento de la advertencia de Putin añade tensión a una situación ya volátil. Las fuerzas ucranianas han logrado atacar objetivos clave en Crimea ocupada y en áreas controladas por Rusia, pero Putin insiste en que Ucrania carece de la inteligencia y las capacidades técnicas para ataques más avanzados. Afirma que se requeriría la participación directa de la OTAN, sosteniendo que estos ataques necesitarían “reconocimiento espacial” y operaciones especializadas, que él alega que solo las fuerzas occidentales podrían gestionar.
Más allá de la retórica, Occidente está sopesando los riesgos de una seria escalada con Rusia. Los funcionarios de defensa de EE. UU. y del Reino Unido son cautelosos al otorgar a Ucrania plena autonomía con armas de largo alcance, en parte debido a la preocupación de que Putin podría retaliar con capacidades nucleares. Las amenazas previas de Putin, aunque no ejecutadas, persisten como un recordatorio del arsenal nuclear de Rusia y su papel en la posible disuasión de la participación de la OTAN. El Kremlin ha elevado explícitamente las apuestas, sugiriendo que si la OTAN le concede a Ucrania la libertad de atacar dentro de Rusia, podría llevar a contraataques en las bases de la OTAN, lo que podría activar la cláusula de defensa colectiva de la alianza, el Artículo 5.
El espectro de una respuesta del Artículo 5 genera temores de un conflicto más amplio que podría arrastrar a Europa—y quizás al mundo—en una guerra a gran escala. Las bases de la OTAN en Polonia y otros países en la primera línea podrían convertirse en objetivos, provocando una escalada masiva en las hostilidades y poniendo a prueba el compromiso de la alianza con la defensa mutua.
Mientras las declaraciones de Putin amplifican su “línea roja”, Occidente enfrenta una elección angustiante: fortalecer la defensa de Ucrania para disuadir la agresión rusa o arriesgarse a desencadenar un conflicto impredecible y potencialmente catastrófico con una Rusia armada nuclearmente.