John Deere está bajo fuego después de anunciar otra ola de despidos en EE. UU. mientras traslada la producción a México. Los últimos recortes afectan a casi 300 trabajadores en Illinois e Iowa, llevando el total de despidos de este año a alrededor de 2,100. A medida que la fuerza laboral estadounidense se reduce, la producción se está trasladando, según informes, al sur de la frontera—un movimiento criticado tanto por empleados como por políticos.
Los ejecutivos de Deere afirman que los despidos se deben a una caída en la demanda de los agricultores que enfrentan precios más bajos de los cultivos. Sin embargo, algunos trabajadores lo ven de manera diferente. Un empleado, que prefirió permanecer en el anonimato por temor a represalias, resumió el sentimiento en el terreno: “La única razón por la que Deere hace esto es por avaricia.” Este sentimiento sigue a las recientes ganancias de Deere de más de $10 mil millones en 2023 y un paquete de compensación para el CEO que supera los $26.7 millones. El ex presidente Donald Trump, al observar los planes de reubicación, ha amenazado con un arancel del 200% sobre las importaciones de Deere si continúan con los cambios de fabricación en el extranjero.
El gigante de los tractores, que históricamente emplea a miles en el Medio Oeste, enfrenta llamados a priorizar los empleos en EE. UU., a pesar de señalar una inversión de $2 mil millones en fábricas estadounidenses desde 2019. Aún así, con despidos inminentes y empleos trasladándose al extranjero, el “compromiso de Deere con la manufactura en EE. UU.” ha dejado a muchos empleados y comunidades sin estar convencidos.