En una escalada de alto riesgo, Israel lanzó una serie de ataques aéreos dirigidos a la infraestructura militar de Irán en la madrugada del sábado, como respuesta a los ataques con misiles de Teherán a principios de mes. Funcionarios estadounidenses confirmaron que el ataque de Israel evitó las instalaciones nucleares y petroleras críticas de Irán, con el U.S. siendo informado con antelación. Irán reportó un impacto limitado, citando daños menores y dos fatalidades, pero los ataques enviaron ondas de choque a través de una región ya volátil que lidia con conflictos en aumento en Gaza y Líbano. Ambas naciones parecen estar calculando sus respuestas, con analistas preocupados por el riesgo de una confrontación regional más amplia.
La última operación de Israel subraya su enfoque de «cero tolerancia» hacia la agresión iraní, utilizando la superioridad aérea con armamento avanzado. Los medios iraníes, aunque minimizando la extensión de los daños, reconocieron que los sitios militares en Teherán, Ilam y Juzestán soportaron el peso del asalto coordinado de Israel. Mientras tanto, los aliados occidentales permanecen atentos, ya que la respuesta aparentemente moderada de Teherán deja espacio para especulaciones sobre posibles represalias futuras.
La moderación de Teherán puede derivar de un intento de evitar atraer condenas internacionales adicionales mientras el U.S. mantiene una vigilancia estratégica. Sin embargo, los ataques aéreos destacan las tensiones persistentes entre las dos potencias, cada una atrapada en un juego de dominio regional y seguridad territorial. Los observadores advierten que cualquier error de cálculo podría desencadenar un conflicto incontrolable con implicaciones regionales, dado el ya tenso telón de fondo de los enfrentamientos israelo-palestinos y la presencia de Hezbolá en Líbano.
A medida que la situación se desarrolla, todas las miradas están puestas en los próximos pasos de Irán, mientras Oriente Medio se prepara para lo que podría ser un punto de inflexión crítico.