En un discurso cargado ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el enviado palestino Riyad Mansour emitió una poderosa advertencia, exigiendo acción urgente contra lo que calificó como un “genocidio” en Gaza. “Detengan este genocidio, o permanezcan en silencio para siempre”, declaró Mansour, instando al Consejo a transformar sus palabras en una intervención significativa. A medida que la violencia en Gaza se intensifica, el discurso de Mansour resonó profundamente, destacando el sufrimiento que enfrentan los palestinos bajo el asedio continuo.
Mansour acusó a Israel de ignorar sistemáticamente el derecho internacional, participando en lo que describió como “crímenes incomprensibles.” Afirmó que Israel estaba “apostando a que su voluntad de matar y colonizar superará la voluntad colectiva de la comunidad internacional para salvar vidas y lograr libertad y paz.” Sus comentarios resaltaron las condiciones desesperadas que enfrentan los residentes de Gaza, quienes, bajo el bloqueo, se encuentran atrapados sin refugio seguro.
El enviado palestino no se contuvo al enumerar acciones que considera violaciones de las normas internacionales, incluyendo el ataque a civiles, trabajadores humanitarios y periodistas—muertes que Mansour enfatizó han quedado en gran medida sin responsabilidad. “Israel quiere reescribir el derecho internacional para considerar que el asesinato indiscriminado, el ataque a civiles… el hambre como método de guerra, la detención arbitraria, los secuestros y la tortura… son todos legales siempre que sean cometidos por Israel,” argumentó Mansour, afirmando que las atrocidades llevadas a cabo ya no son incidentes aislados, sino parte de una agenda más amplia.
Mansour adoptó una postura audaz contra lo que describió como intentos de crear un “orden legal racista, supremacista e inhumano.” Planteó un desafío retórico al Consejo de Seguridad: “¿Permitirán que Israel nos deshumanice aún más como parte de su intento de borrarnos?” Imploró a los miembros del Consejo que consideraran si la destrucción de las vidas y la cultura palestinas era “aceptable” o una realidad que estaban dispuestos a ignorar.
Describiendo el devastador costo en las regiones del norte de Gaza, Mansour recordó al Consejo la urgente necesidad de acción, diciendo: “Hay mucho que pueden hacer. El pueblo palestino no se rindió, y ustedes tampoco deberían hacerlo.” Hizo un llamado a la comunidad global para que reconociera y actuara sobre lo que enmarcó como una amenaza existencial que enfrentan los palestinos, particularmente dada la creciente violencia en el densamente poblado enclave costero.
En una conclusión sombría, Mansour dejó la sala con un mensaje destinado a resonar: “Este asiento no está vacío. Está lleno de personas que soportan un dolor indescriptible que no puede llegar a ustedes. Tienen que llegar a ellos.” Sus comentarios subrayaron la obligación que él cree que tiene la ONU de actuar como una voz para los palestinos, instando al Consejo a cumplir con su mandato de proteger a aquellos que sufren bajo asedio.
A medida que aumenta el número de muertos y la crisis humanitaria en Gaza se profundiza, el discurso de Mansour ha amplificado los llamados a una respuesta fuerte y decisiva de la comunidad internacional. Sin embargo, con las tensiones políticas en un punto álgido, ¿prestará el Consejo de Seguridad atención a este urgente llamado, o los gritos de intervención serán ahogados por el silencio geopolítico?