En un momento raro y profundamente emocional, el presidente Joe Biden ofreció una disculpa formal a la Comunidad Indígena Gila River en Arizona por la brutal historia del gobierno de EE. UU. en las escuelas residenciales para nativos americanos. Aunque el presidente de 81 años tropezó con el nombre de la comunidad, rápidamente lo tomó con humor diciendo: “No hay nada malo en mí”, una broma ligera que provocó risas en la audiencia. Sin embargo, la gravedad de su mensaje era inconfundible: un reconocimiento oficial del traumático sistema de escuelas residenciales que desgarró a las familias indígenas durante más de un siglo.
La visita marca el papel histórico de Biden como el primer presidente de EE. UU. en funciones en visitar la Comunidad Indígena Gila River. “Digo esto con toda sinceridad; esto es una de las cosas más trascendentales que he hecho en toda mi carrera”, dijo Biden a la multitud. Su disculpa abordó directamente el legado de un programa federal que, desde principios de 1800 hasta la década de 1970, separó a decenas de miles de niños nativos americanos de sus familias, colocándolos en escuelas residenciales donde enfrentaron asimilación forzada y, a menudo, abuso. «Me disculpo formalmente. Como presidente de los Estados Unidos de América por lo que hicimos. Me disculpo formalmente”, dijo, reconociendo esta dolorosa historia en un esfuerzo por sanar heridas generacionales.
La secretaria del Interior, Deb Haaland, ella misma nativa americana, describió la disculpa como un momento crucial para las comunidades indígenas. Hablando emocionalmente sobre su conexión personal con la historia de las escuelas residenciales, Haaland compartió cómo el programa había afectado a su propia familia, señalando: “Este terrible capítulo fue ocultado de nuestros libros de historia, pero ahora el trabajo de nuestra administración asegurará que nadie jamás lo olvide.”
Aunque la visita de Biden fue ampliamente bienvenida, no estuvo exenta de tensión. Un manifestante pro-palestino interrumpió brevemente el discurso, gritando preocupaciones sobre la violencia global en curso. Biden hizo una pausa, respondiendo con compasión: “Hay muchas personas inocentes siendo asesinadas”, antes de redirigir el enfoque a su mensaje de reconciliación con las comunidades nativas.
Los comentarios del presidente tocaron sus primeras lecciones del fallecido senador hawaiano Daniel Inouye, quien le presentó el término «naciones indígenas» con gravedad y respeto. La primera dama, Jill Biden, también ha estado activa en la defensa de los nativos, realizando diez visitas a comunidades nativas desde que Biden asumió el cargo.
En el clima político cargado de hoy, las palabras de Biden reflejan un compromiso para abordar las injusticias históricas. Su disculpa sirve como un gesto formal para reconocer y reparar un capítulo brutal en la historia de EE. UU., marcando un momento de reconocimiento que muchos creen que ya era hora.