En una sorprendente carta abierta que ha desatado indignación y debate, el arzobispo excomulgado Carlo Maria Vigano ha calificado a la vicepresidenta Kamala Harris de “monstruo infernal que obedece a Satanás.” Vigano, una vez un destacado funcionario del Vaticano y crítico acérrimo del Papa Francisco, emitió esta declaración incendiaria mientras instaba a los votantes católicos a rechazar a Harris en favor de Donald Trump, enmarcando la elección como una batalla entre el bien y el mal.
Los comentarios de Vigano llegan tras su excomunión de la Iglesia Católica a principios de este año, consecuencia de sus acusaciones contra el Papa y sus opiniones controvertidas sobre diversos asuntos políticos. En su última carta, Vigano pinta un sombrío panorama de América bajo una administración de Harris, prediciendo “destrucción moral, social y económica” y el surgimiento de una “dictadura feroz.” Implora a los católicos que reconozcan la gravedad de su elección en las urnas, posicionando a Trump como un defensor contra lo que él llama una agenda anticatólica y anticristiana.
“La elección es entre un presidente conservador, que está pagando con su propia vida por su lucha contra el estado profundo, y un monstruo infernal,” declaró Vigano, aprovechando una narrativa de crisis que resuena con algunos segmentos del electorado. A pesar de sus desacuerdos con Trump en temas como el aborto, ve al expresidente como el mal menor, afirmando que votar por Trump significa estar en contra de una “distopía infernal.”
Las afirmaciones de Vigano van más allá de una mera crítica política; él alega que Harris está bajo el control de un grupo siniestro que incluye a figuras como Barack Obama, Hillary Clinton y George Soros, a quienes afirma que están unidos por un “odio satánico” contra el cristianismo. Esta retórica ha generado alarma entre muchos que la ven como una peligrosa mezcla de teoría de conspiración y fanatismo religioso.
A medida que se acercan las elecciones, las palabras de Vigano reflejan un sentimiento más amplio entre ciertos votantes, con encuestas que indican que Trump actualmente lidera a Harris entre los votantes católicos por un margen estrecho. Sin embargo, las implicaciones de tales declaraciones plantean preguntas urgentes sobre la intersección de la fe y la política en América, particularmente en una temporada electoral caracterizada por una polarización aumentada.
Vigano concluye su carta con un ferviente llamado a la acción para que los católicos voten sin dudar y recen por orientación, enmarcando las elecciones como un momento crucial para la fe y el futuro de la nación. A medida que sus comentarios continúan circulando, el panorama político se vuelve cada vez más tenso, subrayando el poderoso papel que la retórica—especialmente cuando está impregnada de significado religioso—puede desempeñar en la formación del sentimiento de los votantes y los resultados electorales.