En una declaración contundente, EE. UU. ha señalado que los recientes ataques aéreos israelíes en Irán, llevados a cabo el sábado, deberían marcar la conclusión de las hostilidades directas entre las dos naciones. La administración Biden, al reafirmar su apoyo al derecho de Israel a la autodefensa, enfatizó que la escalada del conflicto podría llevar a una mayor desestabilización de la región. Se cree que los ataques tenían como objetivo instalaciones de armas iraníes y personal vinculado a Hamas, y han aumentado las tensiones en un momento en que EE. UU. trabaja intensamente para prevenir un conflicto regional más amplio.
A medida que las fuerzas israelíes continúan operaciones en Gaza destinadas a neutralizar a Hamas tras el devastador ataque del grupo a principios de este mes, la situación se ha vuelto cada vez más volátil. Con el apoyo financiero y militar de larga data de Irán a Hamas y Hezbollah, Israel ha acusado a Teherán de alimentar el descontento en Gaza y otros puntos críticos a lo largo de las fronteras de Israel. Los funcionarios israelíes argumentan que los recientes ataques aéreos fueron una respuesta necesaria a la participación directa de Irán en actividades desestabilizadoras. Sin embargo, el reciente llamado de Washington a la moderación refleja profundas preocupaciones sobre el potencial de una escalada más amplia que podría involucrar a otros países, incluidos Líbano y Siria, donde operan Hezbollah y otras milicias alineadas con Irán.
El Secretario de Estado Antony Blinken, durante una conferencia de prensa, reiteró la posición de la administración: si bien Israel tiene todo el derecho a defenderse, EE. UU. quiere ver medidas “calculadas y contenidas” que eviten la escalada regional. Blinken afirmó: “Esto debería ser el final del conflicto directo entre Israel e Irán. La escalada adicional no beneficia a nadie, y nuestro enfoque sigue siendo asegurar la estabilidad y la seguridad para nuestros aliados en la región.”
Para EE. UU., los recientes desarrollos son un delicado acto de equilibrio. Por un lado, la administración ha sido firme en apoyar los esfuerzos de defensa de Israel. Por otro lado, debe considerar las complejas dinámicas regionales y las posibles implicaciones para las fuerzas estadounidenses en el Medio Oriente. El Pentágono se ha movido recientemente para fortalecer los activos militares de EE. UU. en la región, incluyendo el despliegue de dos grupos de portaaviones en el Mediterráneo oriental y el envío de sistemas de defensa antimisiles para proteger a las fuerzas estadounidenses en Irak y Siria. Los funcionarios enfatizan que estos movimientos están destinados a ser medidas de disuasión, pero EE. UU. es cauteloso ante cualquier situación que pueda poner en mayor peligro al personal estadounidense o involucrarlo en un conflicto directo.
Irán, por su parte, ha condenado los ataques aéreos de Israel, advirtiendo los funcionarios iraníes que cualquier agresión continuada tendrá consecuencias. Teherán también ha amenazado con que no dudará en responder a cualquier ataque adicional, señalando la posibilidad de acciones de represalia, ya sea directamente o a través de grupos proxy en Líbano, Irak o Siria. El Ministro de Defensa de Irán, Amir Hatami, denunció los ataques como “ilegales y una clara violación del derecho internacional,” acusando a Israel de “arrastrar a la región hacia el caos.”
Los analistas sugieren que, aunque el objetivo de Israel es degradar las capacidades de apoyo de Irán a Hamas y otros grupos, un conflicto prolongado o ampliado podría salirle mal, fortaleciendo en lugar de debilitar la influencia de Irán. Cualquier campaña sostenida también podría alentar a Hezbollah a abrir un segundo frente contra Israel desde Líbano, creando una situación aún más grave en la región.
A medida que el mundo observa de cerca, EE. UU. sigue siendo un actor clave en dar forma a lo que vendrá. La administración Biden ha abogado constantemente por la «solución de dos estados» como el mejor camino hacia una resolución a largo plazo del conflicto israelí-palestino, pero con el enfoque actual de Israel en la seguridad nacional, la administración está presionando para evitar que las hostilidades regionales se descontrolen aún más.
Mientras los líderes israelíes aún no se han comprometido a detener las operaciones contra objetivos iraníes, EE. UU. se está posicionando como mediador. Los próximos movimientos de la administración, incluidos los diálogos diplomáticos y las colocaciones estratégicas militares, serán críticos para determinar si esta reciente ronda de hostilidades será realmente «el final» o si hay una mayor escalada en el horizonte.