“Sería irresponsable si no tuviéramos en cuenta lo que Rusia haría”, admitió un funcionario de la Casa Blanca mientras la administración Biden establece una línea roja contra el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania en suelo ruso. En una decisión controvertida que ha generado tanto indignación como apoyo, la administración cree que lanzar ataques profundos en Rusia podría desencadenar consecuencias demasiado mortales para ignorar.
Según revelaciones impactantes transmitidas en Fox News, los altos mandos del Comité de Inteligencia de EE. UU. (IC) y del Departamento de Defensa (DoD) han concluido que tales ataques no cambiarían el rumbo de la guerra. Un asombroso 90% de los aviones de Rusia han sido reubicados más allá del alcance de 300 kilómetros de los misiles ATACMS, lo que deja los ataques de Ucrania prácticamente inofensivos. ¿La sorpresa? El arsenal de estos preciados misiles de Ucrania es minúsculo, y las reservas de EE. UU. están disminuyendo peligrosamente. En otras palabras, desatar estos ataques podría ser más un ladrido que una mordida.
Pero se pone peor. Rusia, una potencia nuclear, podría retaliar de maneras que atormentan las pesadillas de los estrategas globales. La fuente no se anduvo con rodeos, citando operaciones de sabotaje recientes como solo un adelanto de lo que Rusia podría desatar si se le provoca. “Esto no se trata solo de Ucrania”, enfatizó el funcionario. “Se trata de prevenir un desastre que podría llegar a EE. UU. también.”
A pesar de la creciente presión de los legisladores belicistas que exigen que Biden autorice estos ataques, la administración se mantiene firme. Con la inteligencia estadounidense indicando que Rusia simplemente redistribuiría sus activos si se levantara la prohibición de misiles, los beneficios estratégicos parecen, en el mejor de los casos, dudosos. Los líderes de Ucrania argumentan que estas capacidades de largo alcance podrían contrarrestar las devastadoras bombas guiadas de Rusia, pero la Casa Blanca no cede—al menos, por ahora.
La decisión marca una apuesta arriesgada para Biden, ya que los críticos de ambos lados cuestionan si contener el poder de fuego de Ucrania, en última instancia, prolongará la guerra, sin un final a la vista. Pero, como lo expresó un funcionario de manera contundente, «Estamos jugando con fuego—y las apuestas no podrían ser más altas.»