En una nueva ola de tensiones en Cisjordania, las fuerzas israelíes emitieron órdenes de «suspensión de trabajo» a los agricultores palestinos en la aldea de Al-Jalameh, justo al noreste de Jenin, apuntando a más de 20 construcciones agrícolas. Estas estructuras, que han sido parte de los medios de vida de la comunidad durante años, cubren aproximadamente cinco acres de tierras agrícolas a lo largo de la Calle Nazaret. Los funcionarios de la aldea informan que estos edificios, utilizados para almacenar suministros y equipos agrícolas, son esenciales para los agricultores locales que cultivan verduras y apoyan el suministro de alimentos de la región.
El líder del consejo de la aldea de Al-Jalameh, Radwan Shaaban, condenó la medida como parte de un esfuerzo sistemático para desalojar a los palestinos de sus tierras en el norte de Cisjordania. “Estos edificios han estado aquí durante años, y ahora están siendo atacados justo cuando se acerca la temporada de cosecha,” señaló Shaaban. Esta directiva de suspensión de trabajo se suma a una larga lista de obstáculos que enfrentan los agricultores palestinos en la región, desde desafíos de permisos hasta restricciones de construcción que hacen que incluso las operaciones agrícolas más básicas sean cada vez más difíciles.
Shaaban reveló que las actuales órdenes de suspensión de trabajo son parte de una estrategia más amplia empleada por las fuerzas israelíes para limitar el acceso palestino a la tierra y los recursos agrícolas. Solo en el último año, se han emitido más de 150 avisos similares en Al-Jalameh, con tres graneros ya demolidos a principios de este mes. Para los residentes, esta presión creciente se siente como un intento deliberado de socavar las economías locales y la infraestructura agrícola, con el objetivo de erosionar los lazos palestinos con la tierra.
Esta política de emisión de restricciones laborales y órdenes de demolición se ha convertido en una característica definitoria del complejo paisaje de Cisjordania, donde los permisos para la construcción palestina son escasos, mientras que los asentamientos israelíes continúan expandiéndose. Las autoridades israelíes afirman que estas medidas son parte de protocolos de seguridad y zonificación más amplios, afirmando que muchas de estas estructuras carecen de permisos apropiados. Sin embargo, los palestinos contraargumentan que obtener dichos permisos es casi imposible debido a un sistema burocrático que consideran inherentemente sesgado, permitiendo el desarrollo israelí mientras restringe la expansión palestina.
Para las familias de Al-Jalameh, la agricultura no es solo un pilar económico, sino una piedra angular cultural que los une a generaciones de herencia. Las granjas como las de Al-Jalameh son vitales para su sustento, proporcionando alimentos, ingresos y una conexión con la tierra que muchos sienten que se está erosionando lentamente. Al detener las operaciones de estas pequeñas pero esenciales instalaciones, los lugareños temen que se les esté forzando a una posición imposible. Los agricultores que desafían las órdenes de cese de trabajo arriesgan multas o la demolición de sus edificios, mientras que aquellos que cumplen enfrentan la posible ruina financiera, incapaces de mantener sus granjas y familias sin infraestructura básica.
Esta última ronda de órdenes de cese de trabajo se produce en medio de un contexto más amplio de violencia creciente y una mayor presencia militar en toda Cisjordania, particularmente alrededor de Jenin. Las fuerzas israelíes han intensificado su presencia en la región, citando la necesidad de combatir el militante. Pero para los residentes de Al-Jalameh y otras comunidades cercanas, esta tensión aumentada significa redadas más frecuentes, puntos de control y enfrentamientos, impactando cada aspecto de la vida diaria, desde el movimiento hasta la estabilidad económica.
La comunidad internacional ha tomado nota de esta crisis cada vez más profunda, con grupos de derechos humanos pidiendo una mayor vigilancia sobre las políticas de Israel en los territorios ocupados. Estos grupos argumentan que las medidas restrictivas de Israel sobre el uso de la tierra palestina no solo violan los estándares humanitarios, sino que también amenazan con avivar una mayor inestabilidad en una región ya plagada de conflictos. Para los aldeanos de Al-Jalameh, sin embargo, la preocupación inmediata es encontrar una manera de proteger sus tierras agrícolas y mantener a sus familias en medio de políticas que sienten están diseñadas para despojarlos.
A medida que estas familias enfrentan un futuro incierto, su historia destaca una creciente lucha por la supervivencia en una de las regiones más disputadas del mundo. Cada orden de cese de trabajo, cada granero demolido, se siente como otro paso hacia una vida incierta y cada vez más restringida, resonando un sentimiento compartido por las comunidades palestinas en toda Cisjordania: “Basta es basta.”