Bruno Sacco, el genio del diseño italiano detrás de algunos de los coches más icónicos de Mercedes-Benz, ha fallecido a la edad de 90 años, dejando un legado que revolucionó el diseño automotriz. Conocido por su filosofía de que “un Mercedes-Benz siempre debe parecer un Mercedes-Benz”, Sacco se aseguró de que cada vehículo que llevaba la estrella de tres puntas llevara consigo un sentido de herencia, lujo e innovación.
A lo largo de su notable carrera de 41 años en Mercedes, Sacco dio forma a una serie de vehículos innovadores que no solo definieron la identidad de la marca, sino que también atrajeron a una nueva generación de compradores. Desde el legendario 230 SL «Pagoda» hasta la indomable Clase S (W126), los diseños de Sacco encarnaron el alma de la marca: elegantes, refinados y duraderos, pero siempre con una visión de futuro.
Sacco comenzó su trayectoria en Mercedes en 1958, después de perfeccionar su arte con los carroceros italianos Ghia y Pininfarina. Al principio de su carrera, participó en la creación del majestuoso 600 (W100) y del atemporal 230 SL. Su talento realmente floreció cuando se convirtió en el jefe del departamento de Estilística de Mercedes-Benz en 1975, donde su creatividad dio forma a algunos de los modelos más influyentes de la marca, incluyendo la serie 190 (W201), la Clase G y el icónico coupé C126. Su trabajo ayudó a crear la reputación de “construido como un tanque” que Mercedes disfrutó durante su era dorada de ingeniería.
Pero Sacco no se centraba solo en la estética. Sus diseños estaban cuidadosamente diseñados para la longevidad, el rendimiento y la modernidad, cualidades que le valieron admiración universal. Su visión dio vida a conceptos como el C 111, un prototipo con motor rotativo que presentaba puertas de ala de gaviota y que todavía cautiva a los entusiastas de los automóviles hoy en día.
Aún cuando Mercedes se expandía a nuevos mercados, la mano de Sacco se podía ver en todo, desde el pionero SUV de lujo M-Class hasta el compacto A-Class, posicionando a la marca como líder en múltiples segmentos automotrices. Su dedicación a la marca fue evidente hasta su retiro en 1999, cuando sus proyectos finales—el W220 S-Class y el elegante C215 CL-Class—adornaron las carreteras.
Reflexionando sobre su trabajo, Sacco una vez dijo: «Mercedes ha sido mi vida, y estoy cien por ciento a favor de ese tiempo.» Su pasión por la marca era más que profesional—era profundamente personal. Su decisión de aparcar un 560 SEC azul oscuro, un modelo que él mismo había diseñado, en su garaje al momento de su retiro habla del orgullo que sentía por sus creaciones.
El fallecimiento de Bruno Sacco marca el fin de una era, pero su influencia vivirá en las líneas perdurables de los coches que definen a Mercedes-Benz hasta el día de hoy. Era un hombre que, en sus propias palabras, creía que un Mercedes debía ser atemporal—y a través de su trabajo, hizo de esa creencia una realidad.