“¿Está realmente el multimillonario estadounidense en la cama con Rusia?” Esa es la pregunta que ilumina los titulares en todo el mundo, ya que informes explosivos afirman que Elon Musk ha mantenido una “línea directa” con nada menos que Vladimir Putin desde finales de 2022. En medio de una avalancha de revelaciones, The Wall Street Journal alega que el contacto de Musk no se limita solo a los altos mandos rusos. Sus canales, supuestamente, también alcanzan a Sergei Kiriyenko—un nombre desconocido para la mayoría de los estadounidenses, pero un titán dentro del Kremlin. Una vez el primer ministro más joven de Rusia, Kiriyenko ha ascendido para convertirse en el hombre de confianza de Putin, supervisando los territorios ocupados en Ucrania y dirigiendo la máquina de propaganda de Moscú.
Las supuestas llamadas telefónicas entre Musk y los informantes rusos se producen en un momento en que las tensiones sobre Ucrania siguen siendo volátiles. En estas conversaciones, Musk ha echo eco de la retórica pro-Kremlin, como su infame publicación en redes sociales sugiriendo que Crimea era “rusa desde 1783.” Para el régimen de Putin, Musk es un boleto dorado. Con su control sobre la influyente plataforma de redes sociales X (anteriormente Twitter), puede alcanzar a millones, cambiando la percepción pública sobre los conflictos globales con una sola publicación. Como señala la Dra. Ruth Deyermond del King’s College de Londres, “Para el gobierno ruso, Musk representa un premio único… persuadirlo para que adopte su punto de vista sería un gran éxito.”
Pero Musk no es el único que supuestamente está explorando aguas inexploradas con Rusia. Solo unas semanas antes de que se publicara esta historia, el ex presidente de EE. UU. y actual candidato republicano Donald Trump también fue objeto de rumores sobre haber abierto líneas de comunicación con Moscú. Aunque Trump niega haber llamado a Putin desde la invasión, sus conexiones con Musk han alimentado teorías sobre una posible alineación de los actores de poder estadounidenses con los intereses del Kremlin. Y con la campaña de reelección de Trump en marcha, tener un aliado en Musk podría ser crucial, especialmente considerando el acceso de Musk a tecnología militar sensible, como los satélites Starlink, que son críticos para la red de comunicación de Ucrania.
Sin embargo, la supuesta conexión rusa de Musk es más profunda, adentrándose en las sombras de las filas del Kremlin. Los expertos creen que la influencia de Kiriyenko en los asuntos rusos ha evolucionado de reformador liberal a leal al régimen. Ahora con 62 años, Kiriyenko se ha reinventado como un operador clave del Kremlin, gestionando referendos fraudulentos en los territorios ocupados de Ucrania e incluso coordinando operaciones de propaganda rusa en línea. El ascenso de su hijo Vladimir como CEO de VKontakte—el gigante de las redes sociales rusas controlado por Gazprombank—habla de los poderosos lazos familiares e influencia entrelazados en el sistema autoritario de Rusia.
Esta revelación tiene a funcionarios y expertos en políticas de EE. UU. preocupados. Como contratista de EE. UU., la influencia de Musk se extiende mucho más allá de Internet, con intereses en tecnología de defensa que se entrelazan con la seguridad nacional estadounidense. “No tienes que estar en el gobierno ruso para operar en su nombre”, enfatiza Deyermond. Y si es cierto, el supuesto contacto de Musk con Kiriyenko—un hombre en las listas de sanciones de EE. UU., UE y Reino Unido—podría enviar ondas de choque a través de Washington, planteando preguntas sobre cuánta influencia tiene un multimillonario privado estadounidense sobre políticas que afectan a Europa del Este y más allá.
Con estos informes, las apuestas nunca han sido tan altas. A medida que Putin refuerza su control sobre Ucrania y Musk continúa desempeñando roles tanto en el mundo tecnológico estadounidense como en la política global, sus lazos con los poderosos rusos están echando gasolina a un fuego ya peligroso.
Las fuentes de este artículo incluyen: The Wall Street Journal, análisis experto del King’s College de Londres.