Con solo días restantes antes de que los estadounidenses decidan el futuro de la presidencia, la vicepresidenta Kamala Harris presentó un poderoso argumento final en contra de Donald Trump, señalando marcadas diferencias entre sus visiones para el país. Hablando ante decenas de miles en la Elipse cerca de la Casa Blanca, Harris advirtió sobre lo que describió como la amenaza del “caos y división” de Trump, enmarcando a su oponente como un “dictador en potencia” ansioso por apoderarse del poder para beneficio personal.
“Estos Estados Unidos de América no son un recipiente para los planes de dictadores en potencia,” declaró ante un fuerte aplauso, instando a los estadounidenses a defender los ideales fundacionales de democracia y unidad de la nación. “Los Estados Unidos de América son la idea más grandiosa que la humanidad haya concebido,” proclamó Harris, subrayando su fe en la capacidad de la nación para superar la división y imaginar un futuro más inclusivo.
Harris también evocó un recuerdo potente de la Elipse, donde Trump había hablado justo antes del ataque al Capitolio del 6 de enero. Sin dudar, recordó a la multitud los eventos que siguieron a su mitin, vinculando las acciones de Trump con un desprecio por los valores democráticos. “Él envió a una multitud armada para anular la voluntad del pueblo,” afirmó, responsabilizando a Trump por incitar uno de los eventos más significativos de la historia reciente. Este recordatorio, a solo días de la elección, tenía como objetivo movilizar a los votantes para que consideraran no solo las políticas, sino también el carácter de aquellos que eligen para liderar.
En un contraste directo con el estilo confrontacional de Trump, Harris prometió buscar la unidad y el bipartidismo, señalando que daría la bienvenida al diálogo con aquellos que puedan discrepar de sus políticas. “El hecho de que alguien no esté de acuerdo con nosotros no los convierte en el enemigo interno”, aseguró, apuntando a la tendencia de Trump a etiquetar a los disidentes como adversarios. Enfatizó su intención de gobernar para todos los estadounidenses, independientemente de su afiliación política, afirmando: “Cuando sea elegida, entraré en la Oficina Oval con una lista de tareas para el pueblo estadounidense, no con una lista de enemigos.”
La retórica de Harris estuvo en marcado contraste con la respuesta de la campaña de Trump, que rápidamente etiquetó su discurso como alarmista. La secretaria de prensa de Trump, Karoline Leavitt, afirmó que Harris estaba “mintiendo” y recurriendo a “insultos” para distraer a los votantes de los resultados de su propia administración en temas como la inflación y la inmigración. Sin embargo, Harris respondió, posicionándose como una líder comprometida con “el terreno común y el sentido común”, prometiendo a los estadounidenses que trabajaría para mejorar sus vidas en lugar de sumar puntos políticos.
Más allá de su crítica a Trump, el discurso de Harris buscó cerrar divisiones, hablando a votantes indecisos desilusionados por la polarización y cansados del “drama y conflicto” político. Hizo un llamado a un nuevo comienzo, instando a los estadounidenses a “pasar la página sobre el drama, el miedo y la división.”
A medida que se acerca el Día de las Elecciones en lo que se espera que sea una carrera reñida, el llamado de Harris a la unidad, combinado con una firme postura contra el legado de Trump, podría influir en el resultado final. Por ahora, ambas campañas están presentando sus argumentos finales a una América profundamente dividida, donde cada voto puede resultar decisivo.
Las fuentes de este artículo incluyen: CNN, BBC y The Washington Post.