Rusia ha expulsado a Edward Prior Wilks, un segundo secretario del Departamento Político de la Embajada Británica en Moscú, acusándolo de espionaje bajo cobertura diplomática.
El Servicio Federal de Seguridad (FSB) anunció la decisión el 26 de noviembre, afirmando que Wilks formaba parte de una «presencia de inteligencia no declarada» en Rusia, lo que profundiza las tensiones entre Moscú y Londres.
Según el FSB, Wilks ingresó a Rusia con información falsa y participó en «actividades de inteligencia y subversivas» que representaban una amenaza para la seguridad nacional. El diplomático, supuestamente vinculado a la Dirección de Europa del Este y Asia Central del Ministerio de Relaciones Exteriores, Commonwealth y Desarrollo del Reino Unido, ha tenido su acreditación revocada. Las autoridades rusas le han dado dos semanas para abandonar el país.
La expulsión sigue a la remoción de seis oficiales de inteligencia británicos en agosto en medio de las tensiones entre las dos naciones sobre temas que van desde la guerra en Ucrania hasta la supuesta interferencia en asuntos internos.
La medida llega el mismo día en que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia amplió su lista de sanciones, prohibiendo la entrada al país a 30 funcionarios británicos prominentes, personal militar y periodistas. La lista incluye a la Viceprimera Ministra Angela Rayner, la Secretaria de Interior Yvette Cooper, y figuras de alto perfil en los sectores de defensa y tecnología.
En un comunicado, Moscú acusó a Gran Bretaña de seguir una «política agresiva y rusofóbica», incluyendo el apoyo a Ucrania, desinformación sobre Rusia y participación directa en la guerra en Ucrania. El Kremlin advirtió a Londres que abandonara su «curso fútil» y se comprometiera en un diálogo constructivo.
Los anuncios marcan una nueva escalada en las relaciones tensas, reflejando la crisis cada vez más profunda en las relaciones entre el Kremlin y Occidente debido a la invasión continua de Moscú a Ucrania.
Las acciones de Rusia destacan una estrategia deliberada para desafiar lo que percibe como interferencia occidental. Al apuntar tanto a canales diplomáticos como a figuras influyentes, Moscú está señalando que no tolerará provocaciones percibidas.
Al mismo tiempo, estos movimientos son parte de un patrón más amplio de Rusia afirmando su postura geopolítica contra Occidente en medio de las tensiones en curso por la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania.
La expulsión diplomática, junto con sanciones ampliadas, refleja la visión del Kremlin sobre el Reino Unido como un actor central en la coalición occidental que apoya a Ucrania, escalando una dinámica ya hostil.