En su nuevo libro ‘Ahora que tengo tu atención’, Nicolas Hamilton, de 32 años, hermano del renombrado piloto de Fórmula 1 Lewis Hamilton, discute abiertamente la magnitud de su problema de juego. Esto no solo puso en riesgo su estabilidad financiera, sino que también lo llevó a enfrentar una profunda depresión y considerar el suicidio.
Nicolas revela en su libro que se vio obligado a vender un Mercedes C63, un regalo de Lewis, para saldar una deuda fiscal resultante de su grave adicción al juego. El vehículo de lujo fue un gesto sincero de Lewis, quien quería mostrar su gratitud por el apoyo de Nicolas en medio de su propia brillante carrera, que incluye seis campeonatos mundiales con Mercedes.
A los 32 años, Nicolas se sumerge de manera sincera en las profundidades de su problema de juego en su libro. Esta adicción no solo puso en peligro su seguridad financiera, sino que también lo sumergió en un estado de profunda depresión y pensamientos de quitarse la vida. Expresa remordimiento por usar el regalo del Mercedes para pagar su deuda fiscal, sintiendo que esencialmente había robado dinero a su hermano y luchando por perdonarse a sí mismo por ello.
Su lucha contra el juego se convirtió en un devastador ciclo de perseguir pérdidas, que describe como completamente destructivo. «Me destruyó por completo», admite. «Fue una llamada de atención. Había perdido todo y no tenía forma de avanzar. Me sentía atrapado. Hubo momentos en los que estaba en el balcón de mi apartamento, contemplando saltar.»
En una entrevista con The Times, Nicolas explica aún más la naturaleza compulsiva de su adicción, afirmando: «Siempre quería más victorias, y ni siquiera las pérdidas me desanimaban. Simplemente me mantenía atrapado en un ciclo vicioso. No podía dejar de pensar en ello; solo quería volver a mi computadora.»
A pesar de sus luchas, Nicolás, quien vive con parálisis cerebral, logró un éxito significativo en el Campeonato de Turismos Británico. Alcanzó su mejor posición en la carrera, terminando en sexto lugar en Donnington Park. Su amor por el automovilismo, compartido con su hermano, siguió siendo una parte vital de su vida incluso en medio de sus batallas personales.
Reacio a cargar a su familia con sus problemas, Nicolás buscó apoyo externo y encontró consuelo y orientación a través de conversaciones con la línea de ayuda de los Samaritanos. Con su ayuda y su propia determinación, pudo superar su dependencia. Su historia no solo arroja luz sobre sus luchas personales, sino que también llama la atención sobre los desafíos a menudo invisibles que enfrentan las personas que viven a la sombra de miembros famosos de la familia.