En una audaz demostración de creciente dominio marítimo, la Fuerza Aérea de EE. UU. llevó a cabo una prueba exitosa de su nueva bomba guiada para hundir barcos, conocida como QUICKSINK, en julio. La prueba, realizada sobre el Golfo de México, vio a un bombardero B-2 Spirit liberar el arma, que rápidamente envió un buque de carga vacío, el Monarch Countess, al fondo del océano. Este hito subraya el compromiso de la Fuerza Aérea de mejorar su capacidad para neutralizar amenazas marítimas en un escenario global cada vez más disputado.
QUICKSINK está siendo desarrollado por el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea (AFRL) para fortalecer las capacidades anti-barco del ejército de EE. UU., un factor crucial en conflictos potenciales, particularmente con adversarios importantes como China. A medida que las tensiones continúan aumentando en el estrecho de Taiwán, los expertos en defensa han enfatizado la importancia de prepararse para posibles enfrentamientos navales a gran escala en el Pacífico. QUICKSINK se concibe como una solución versátil y rentable, permitiendo a la Fuerza Aérea adaptar municiones existentes y futuras para atacar y hundir efectivamente los buques enemigos.
“QUICKSINK es una respuesta a una necesidad urgente de neutralizar amenazas marítimas a la libertad en todo el mundo”, declaró el coronel Matthew Caspers, jefe de la dirección de municiones del AFRL en la Base de la Fuerza Aérea Eglin, Florida. Enfatizó que esta tecnología permitiría a EE. UU. salvaguardar sus intereses y mantener el control sobre vastas regiones marítimas.
La prueba reciente es parte de un esfuerzo más amplio por parte de la AFRL, en colaboración con la Marina, para desarrollar armas lanzadas desde el aire que puedan atacar tanto objetivos marítimos estacionarios como en movimiento. El programa tiene como objetivo refinar armas como la munición guiada por GPS GBU-31 Joint Direct Attack Munition (JDAM), modificándolas en herramientas específicas para el ámbito marítimo que puedan golpear con precisión áreas clave de un barco, como su línea de flotación o justo debajo de la superficie. A diferencia de los torpedos tradicionales, que viajan bajo el agua, el arma QUICKSINK está diseñada para atacar desde arriba, ofreciendo una alternativa más flexible y potencialmente menos costosa.
La Fuerza Aérea ya ha visto resultados prometedores de QUICKSINK. En una prueba anterior en 2022, un F-15E Strike Eagle desplegó con éxito una GBU-31 JDAM modificada, demostrando el potencial del arma para interrumpir o destruir objetivos navales de manera efectiva.
Mientras QUICKSINK tiene como objetivo entregar un impacto capaz de hundir barcos similar al de un torpedo tradicional, su capacidad de ser lanzado desde una variedad de aviones de combate de la Fuerza Aérea lo convierte en un cambio de juego. Esta capacidad no solo mejora las opciones estratégicas del ejército de EE. UU., sino que también asegura que la Fuerza Aérea pueda responder rápida y decisivamente a las amenazas marítimas.
La prueba de julio en el Golfo de México fue independiente de los ejercicios de hundimiento en vivo de la Marina durante los ejercicios Rim of the Pacific (RIMPAC), que incluyeron la destrucción de dos barcos desactivados frente a la costa de Hawái utilizando diversas armas de múltiples naciones aliadas. A medida que QUICKSINK continúa evolucionando, representa un avance significativo en la capacidad de EE. UU. para mantener la superioridad marítima y proyectar poder en regiones críticas alrededor del mundo.