Stellantis, el gigante automotriz formado a partir de la fusión de FCA y PSA, se encuentra en una situación precaria en ambos lados del Atlántico. En los Estados Unidos, la empresa enfrenta un creciente descontento por parte de los concesionarios que afirman que el estado «degradante» de las marcas estadounidenses está llevando a una «catástrofe» en la industria. Pero mientras los problemas en EE. UU. aumentan, Europa presenta un desafío completamente diferente: una transición lenta hacia los vehículos eléctricos (VE) en medio de la disminución de los incentivos gubernamentales y de los inminentes objetivos de emisiones.
En Europa, los fabricantes de automóviles están bajo presión para reducir drásticamente las emisiones de su flota para 2025. Con los vehículos de motor de combustión interna (ICE) aún significativamente más baratos que sus contrapartes eléctricas, empresas como Stellantis están sintiendo la presión. Sin ventas agresivas de VE, estas compañías corren el riesgo de enfrentar multas masivas por no cumplir con los requisitos regulatorios. Aunque los motores de combustión más limpios y los híbridos ofrecen algo de alivio, las verdaderas reducciones de emisiones solo pueden provenir de un floreciente mercado de VE, algo que Europa está luchando por sostener en la actualidad.
Las Reducciones de Incentivos Apenan la Demanda de VE
Uno de los principales obstáculos para Stellantis y otros fabricantes de automóviles es la reducción o eliminación total de los incentivos gubernamentales para la compra de VE en toda Europa. Estos incentivos fueron una vez un motor importante para la adopción de VE, pero su reducción ha desordenado el mercado. El CEO de Stellantis, Carlos Tavares, ha declarado de manera contundente: «Para sobrevivir, necesitamos lograr la paridad de costos entre los coches eléctricos y los coches térmicos, pero los gobiernos han decidido reducir los incentivos de compra, y esto está frenando el mercado.»
La realidad de la situación se refleja en las ventas en declive. La producción del Fiat 500e, uno de los vehículos eléctricos insignia de Stellantis, ha sido pausada durante cuatro semanas debido a la débil demanda. Según la Asociación de Fabricantes de Automóviles de Europa (ACEA), la cuota de mercado de los coches totalmente eléctricos cayó del 14.3% al 13.8% en los primeros siete meses de 2024 en la Unión Europea, el Reino Unido y los países de EFTA. Esta caída en las ventas está obstaculizando los esfuerzos para descarbonizar las flotas, mientras los fabricantes de automóviles se apresuran a adaptarse a regulaciones más estrictas.
Tavares se Mantiene Firme en los Objetivos de Emisiones
A pesar de estos desafíos, Tavares se mantiene firme en que retrasar los objetivos de CO2 más estrictos de la UE sería un error. Hablando con Agence-France Presse, comentó: «Sería surrealista cambiar las reglas ahora.» Tavares subrayó la urgencia de la crisis climática, señalando que «la mitad de Portugal está ardiendo,» un recordatorio sobrio de los efectos del calentamiento global.
Stellantis, según Tavares, está preparado para cumplir con las próximas regulaciones de emisiones. «Mis coches están listos, mi gente está lista y nuestras fábricas están listas. ¿Por qué retrasar?» dijo, destacando que la compañía ha tomado todas las medidas necesarias para cumplir con las nuevas reglas. El enfoque de Stellantis ahora está en cerrar la brecha de costos entre los coches eléctricos y térmicos—una tarea que se vuelve aún más desafiante en un mercado donde el interés de los consumidores en los vehículos eléctricos parece estar disminuyendo.
Ramificaciones Globales de las Políticas de Emisiones de Europa
Lo que sucede en Europa tendrá efectos de gran alcance en todo el mundo. Las estrictas regulaciones de emisiones de la UE podrían llevar a la desaparición de los modelos impulsados por gas en todo el mundo si los fabricantes de automóviles no pueden alcanzar las economías de escala necesarias. La posible prohibición de nuevos automóviles de gasolina y diésel para 2035 ya ha empujado a la industria hacia combustibles sintéticos neutros en carbono. Sin embargo, esta transición presenta otro obstáculo costoso para empresas como Stellantis, que deben innovar mientras luchan contra la demanda inconsistente de los consumidores y el apoyo gubernamental fluctuante.
Stellantis, y la industria automotriz en general, se encuentran ahora en un punto crítico. Con los concesionarios de EE. UU. frustrados y las ventas de vehículos eléctricos en Europa desacelerándose, la empresa enfrenta una dura batalla en múltiples frentes. La pregunta que queda es si el conglomerado podrá capear esta tormenta de presión regulatoria, incertidumbre del mercado y descontento interno para salir más fuerte, o si enfrentará un posible ajuste de cuentas.