Douglas Hamlin, el nuevo líder de la NRA y ex presidente de fraternidad, enfrenta un intenso escrutinio tras las revelaciones sobre su participación en la tortura y asesinato de un gato de fraternidad en 1979. Hamlin, ahora al frente del grupo de derechos de armas tras una serie de escándalos de alto perfil, se declaró no contestar a los cargos de crueldad animal hace décadas por su papel en el brutal incidente.
En la Universidad de Michigan, donde Hamlin se desempeñó como presidente de la fraternidad Alpha Delta Phi, informes locales documentaron el inquietante destino de un gato llamado BK. Los detalles son escalofriantes: se informó que el gato fue mutilado, colgado y quemado en un acto descrito por el juez como “atroz.” Hamlin, como presidente de la fraternidad, fue reprendido por no prevenir o condenar el crimen. El juez sugirió un intento de encubrimiento dentro de la fraternidad, que fue expulsada del campus debido al incidente. Hamlin y cuatro hermanos de la fraternidad fueron condenados a completar 200 horas de servicio comunitario relacionado con animales, y los cargos fueron eliminados tras la sentencia.
“La falta de corazón debe estar en la descripción del trabajo para dirigir la NRA,” dijo Nick Suplina, un alto ejecutivo de Everytown for Gun Safety, en respuesta al nombramiento de Hamlin. Su sentimiento es compartido por la activista de derechos de los animales Shelagh Abbs Winter, quien reportó el incidente en 1979 y se mostró atónita al escuchar sobre la posición de Hamlin hoy. Ahora miembro de Moms Demand Action, Winter señaló, “Una vez un creep, siempre un creep.”
Hamlin y la NRA aún no han comentado sobre el incidente, que ahora resurge en medio de la ya debilitada credibilidad de la organización tras años de alegaciones de mala conducta financiera bajo el exjefe Wayne LaPierre. Winter y otros defensores argumentan que el oscuro historial de Hamlin refleja un patrón preocupante en las elecciones de liderazgo de la NRA, donde “la integridad y la responsabilidad quedan en un segundo plano.”