Un escuadrón de drones misteriosos ha estado zumbando sobre la Base Aérea de Langley en Virginia, una de las zonas militares más protegidas de Estados Unidos, durante 17 noches consecutivas, desconcertando a los funcionarios del Pentágono que no pueden determinar su origen o propósito.
El enjambre, compuesto por varios tipos de drones —incluyendo modelos más grandes de ala fija y cuadricópteros más pequeños— ha estado volando por rutas precisas sobre un área que abarca sitios críticos de seguridad nacional. Los drones más grandes volaron a altitudes de 3,000-4,000 pies, mientras que los más pequeños volaron más bajo y a velocidades más lentas, incluso permaneciendo en un lugar a veces. A pesar de los vastos recursos de defensa en la base, los drones han sido imposibles de atrapar, añadiendo al misterio.
Los funcionarios sospechan que los drones podrían ser de un adversario extranjero como China o Rusia, potencialmente sondeando las respuestas de EE. UU. A diferencia de los drones comerciales típicos, se descubrió que estos operan en frecuencias únicas, descartando a los aficionados casuales. Sus incursiones implacables han levantado alarmas dentro del Pentágono, pero debido a restricciones federales, el personal militar no puede involucrarse con drones en el espacio aéreo de EE. UU. a menos que representen una amenaza inminente.
En enero, surgió una pista potencial cuando un estudiante chino fue arrestado por fotografiar ilegalmente una instalación naval clasificada de EE. UU. mientras supuestamente usaba un dron. Sin embargo, no se ha confirmado ninguna conexión directa.
A medida que las tensiones aumentan con incidentes como el reciente globo espía chino sobre el suelo estadounidense, los expertos en seguridad temen que estos enjambres de drones señalen una nueva forma de vigilancia — una que las defensas actuales luchan por contrarrestar. Los funcionarios del Pentágono están evaluando ahora estrategias que van desde el bloqueo electrónico hasta redes de interceptación de drones, pero cada enfoque presenta desafíos logísticos y legales.
Con los cielos de Langley aún vulnerables, el misterio sigue sin resolverse, subrayando la urgente necesidad de contramedidas más fuertes contra las amenazas aéreas en evolución.