A medida que los campos de batalla en todo el mundo enfrentan una nueva generación de armamento, una táctica está redefiniendo silenciosamente la guerra con una eficiencia implacable: el enjambre de drones. Los drones, valorados durante mucho tiempo por su precisión y vigilancia, ahora se están desplegando en enjambres coordinados, aprovechando la pura cantidad para abrumar y confundir las defensas enemigas. Este cambio, visto más prominentemente en la defensa en curso de Ucrania contra las fuerzas rusas, demuestra cómo la guerra de alta tecnología puede recurrir a estrategias sorprendentemente simples y antiguas con un impacto devastador.
La táctica del enjambre se basa en enviar flotas de pequeños drones, a menudo económicos, en oleadas coordinadas, abrumando las defensas aéreas a través del volumen en lugar de ataques precisos. Tanto Ucrania como Rusia han aprovechado la tecnología de drones comerciales, adaptando drones de aficionados con explosivos improvisados para ataques de bajo costo y alto impacto. Este enfoque ha convertido el campo de batalla en un campo de pruebas para futuras estrategias de combate, donde la línea entre la supervisión humana y la autonomía artificial se vuelve más delgada. Ucrania ha liderado esta evolución con el apoyo de aliados, que suministran equipos e incluso entrenamiento para los operadores.
La efectividad del enjambre radica no solo en la capacidad de los drones para penetrar defensas, sino en cómo comprimen el tiempo que se tarda en identificar y atacar objetivos, a menudo referido como “comprimir la cadena de eliminación.” Los expertos en defensa advierten que a medida que más naciones adopten tácticas de enjambre, las contramedidas se convertirán en una prioridad urgente, impulsando la innovación tecnológica tanto en ofensiva como en defensiva a nuevas alturas.