Después de décadas de políticas de izquierda impulsando el cambio, Estados Unidos está experimentando un giro político familiar: un giro hacia la derecha. La marcha confiada del progresismo, que alimentó movimientos como el antirracismo, los derechos trans y la reforma de la justicia penal, ha chocado con un muro. Según Kevin Drum, esto no es una sorpresa: la historia muestra que las eras progresistas siempre provocan una reacción en contra.
Desde el New Deal hasta la contracultura de los años 60, los movimientos progresistas han prosperado, pero eventualmente han flaqueado debido a la resistencia pública contra lo que se percibe como un exceso. Hoy en día, la «wokeness», el activismo trans extremo y los llamados a «desfinanciar la policía» han generado resistencia, llevando a un repliegue en la política estadounidense. Sin embargo, muchos de los logros progresistas de este período—Obamacare, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la legalización de la marihuana—probablemente han llegado para quedarse, incluso mientras la política se desplaza ligeramente hacia la derecha.
Los demócratas convencionales ahora enfrentan una elección: resistir este cambio o adaptarse a él. Drum argumenta que aceptar la marea política podría asegurar el apoyo público a un costo modesto, especialmente dado el creciente desorden dentro del Partido Republicano. Como muestra la historia, el progresismo sube y baja, pero sus logros a menudo perduran.